martes, 16 de febrero de 2016

El filósofo bajo sospecha

Muy a menudo (más a menudo de lo que ocurre, por ejemplo, con los ingenieros) nosotros, los filósofos, nos vemos en la necesidad de explicarle a otros lo que es la filosofía y lo que hacemos como filósofos (pese a que, por ejemplo, yo nunca he terminado de entender lo que es la ingeniería y lo que hace un ingeniero). Cuando esto ocurre, una de dos cosas puede estar pasando por la mente de quien pregunta:
  1. Su interés es genuino: esta persona no sabe lo que es la filosofía ni lo que es un filósofo, y quiere que tú se lo expliques.
  2. Su interés es inquisitivo: esta persona tiene una idea de lo que es la filosofía y lo que hace un filósofo, y quiere ver si tu respuesta satisface o no sus expectativas.
Tengo la impresión de que la existencia de esta segunda categoría es algo bastante propio del quehacer filosófico: nadie le pregunta a un ingeniero, abogado, futbolista, artista o cajero de supermercado qué es eso a lo que se dedica, a menos que realmente no lo sepa. Incluso con los artistas uno podría dudar de su calidad como artista, pero en general nadie dudaría de que sea un artista. Los filósofos no parecemos gozar de dicha garantía: por razones que no hemos terminado de comprender, existen muchas personas que dudan de entrada de nuestra propia capacidad y competencia para reconocernos como lo que somos y para identificarnos con lo que hacemos. ¿Por qué ocurre esto?

Me parece que hay al menos tres respuestas correctas, o cuanto mucho plausibles, a esta pregunta:
  1. Existe un disenso general en torno a lo que es la filosofía, entre los mismos filósofos. Es decir, si los mismos filósofos no logran ponerse de acuerdo acerca de qué es la filosofía, ¿cómo vamos a confiar en su propio criterio para decidir si ellos lo son o no?
  2. Existen algunas personas que, aunque no son filósofos, quisieran ser considerados filósofos. Esto asume que el apodo de filósofo de alguna manera reviste alguna clase de dignidad especial a la que algunas personas aspiran sin tener méritos suficientes, y que por lo tanto intentan suplantar.
  3. Negarle a una persona el que sea un filósofo, si él mismo se considera tal, es, de alguna manera, socialmente violento.
La primera respuesta mana del sentido común e implica que toda persona que se presente a sí misma como un filósofo de alguna u otra manera estará comprometiendo su propia subjetividad en tal juicio: "ah, lo que pasa es que de acuerdo con tu definición de lo que es la filosofía, tú eres un filósofo". De ahí se extrae la conclusión falaz de que, dado que tú eres un filósofo para ti mismo, luego no puedes hacerte llamar filósofo en sentido objetivo. El error obvio está en que si aceptamos que los filósofos disienten en torno a qué es la filosofía, ello implica que son filósofos en primer lugar (¡en algún sentido!).

Los que, por otra parte, creen que hay alguna clase de dignidad especial en ser llamado filósofo, naturalmente querrán una confirmación externa de una autoridad más competente que tú, para que confirme que realmente eres un filósofo. Esto porque siempre puede resultar que estés suplantando a un filósofo, es decir, que estés haciéndote pasar por uno.

La tercera respuesta, que a primera vista puede parecer la menos intuitiva, es realmente la que está más arraigada en el público en general. Siempre me ha llamado la atención que muy poca gente ponga en duda la autoridad de un médico en discusiones relacionadas con la salud, y sin embargo nadie esté dispuesto a aceptar su incompetencia en algún tema que un filósofo diga manejar al revés y al derecho. Esto porque la filosofía, a diferencia de la medicina, de alguna manera está democratizada, es decir, todas las personas se sienten con el derecho de que sus intuiciones filosóficas sean correctas. Desde este punto de vista, decirle a una persona que "está mal" en un asunto filosófico es políticamente incorrecto, y por ende nadie puede gozar del título de filósofo más que otro: "todos somos más o menos filósofos".
"Filósofo meditando" - Rembrandt

Durante mucho tiempo he intentado comprender a qué se debe la emergencia de estas tres (falsas) creencias. Aunque sigo pensando que puede haber varias razones, he llegado a la conclusión de que responden principalmente a una profunda incomprensión acerca de lo que es la filosofía en primer lugar, es decir, al margen de lo que cada filósofo tenga para decir de ella.

Pablo Contreras y Alfonso Pizarro se refirieron en un breve pero iluminador artículo (link aquí) a lo que allí diagnosticaron como el complejo de superioridad-inferioridad de los filósofos: inferioridad, porque (como todos sabemos) es un trabajo mal pagado y de impacto social relativamente ambiguo, y superioridad, porque de alguna u otra manera hemos alimentado el mito de que se trata de una ocupación que goza de una dignidad especial, distinta a cualquier otra. Esta dialéctica de la inferioridad-superioridad es bastante intuitiva y pienso que tiene una explicación muy simple: precisamente porque sabemos que estamos ocupados en un rubro muy poco rentable y con baja credibilidad pública (complejo de inferioridad), cuando una persona nos pregunta (genuinamente) qué es la filosofía, tendemos a dar respuestas grandilocuentes que en cierta medida ayuden a justificar el por qué escogimos dedicarnos a esto y no a otra cosa (dando origen al complejo de superioridad). Comenzamos entonces con cosas rimbombantes como: "la filosofía es el amor por la sabiduría", "nosotros los filósofos pensamos los problemas fundamentales, aquellos que todas las demás disciplinas dejan de lado", "nosotros investigamos las causas últimas de todas las cosas, no sólo su apariencia, como los científicos", "la filosofía es la búsqueda profunda de los sentidos absolutos de la realidad y la existencia", etc. Ante afirmaciones como éstas, no cabe duda alguna de que la gran mayoría de las personas se verían interesadas en saber más acerca de la filosofía, pero de inmediato darían el paso en falso: "Espera un momento... si la filosofía es algo tan importante, ¿estás seguro de que tú (vamos, ) te ocupas en esto?" Y en ese momento el filósofo se pone su propia soga al cuello: "Bueno, se hace el intento con la secreta esperanza de algún día llegar a decir algo nuevo y original en esta ardua y noble empresa que lleva siglos desenvolviéndose". "Ah, pero entonces no eres un filósofo todavía; eres un aspirante a filósofo. Y si tú sólo eres un aspirante a filósofo, ¿por qué yo no puedo serlo?"

El arma mortal con la que más a menudo los mismos fílósofos herimos nuestra imagen pública es la palabra filosofía. En efecto, pocas cosas nos han hecho tanto mal social como el famoso "amor a la sabiduría". Nadie tiene problemas para aceptar su ignorancia en tal o cual asunto, pero lo opuesto a ser un "sabio" es ser un "tonto", y nadie quiere reconocerse como un tonto. Si la filosofía es, lisa y llanamente, "amor a la sabiduría", entonces todos somos filósofos, y en esto incluso los filósofos más insignes tendrían que estar de acuerdo, porque como escribió Aristóteles, "todos los seres humanos por naturaleza desean saber". Por lo tanto, abandonar el intento de salvar la etimología de la palabra filosofía es un muy buen primer paso para llegar a caracterizar lo que ella es. En este punto es necesario puntualizar lo siguiente: hay palabras que provienen del griego (como biología, el "estudio" (lógos) de la "vida" (biós)), pero muy pocas de ellas son palabras griegas. La palabra biología es un neologismo construido en el siglo XIX para llamar a la naciente ciencia de la vida, usando raíces griegas porque es más bonito; pero la palabra filosofía es la misma desde el siglo V antes de Cristo, por lo tanto, su uso es muchísimo más ambiguo y su significado está mucho más contaminado que el de otras disciplinas.
"El pensador" - Rodin

Problema similar encontramos cuando decimos que la ocupación del filósofo es "pensar": si decimos que la filosofía es lisa y llanamente el ejercicio del pensamiento, entonces es tremendamente violento decirle a alguien que no es un filósofo, porque es como decirle que no acostumbra pensar, o que no sabe pensar, o que no piensa bien. Parece increíble, pero hay filósofos que sostienen esta opinión y la defienden: sin ir más lejos, Eduardo Carrasco, profesor de filosofía en la Universidad de Chile y miembro fundador del conjunto Quilapayún, hacía esta escandalosa afirmación en el curso de Introducción a la Filosofía, al menos en el año en que yo lo cursé. Una versión menos violenta pero perfectamente inservible es decir que el filósofo se dedica sólo a pensar. ¿Qué puede ser menos interesante y más inútil que sentarse sólo a pensar todo el día?

Después de la palabra, la otra fuente de confusiones suele ser la manera en que caracterizamos nuestros problemas. Cuando decimos que la filosofía se hace cargo de meta-problemas, preguntas últimas, o causas primeras, es un error habitual creer que esto implica que dichos problemas son más importantes que los otros. El adjetivo "fundamental", por ejemplo, significa ambiguamente tanto "que está en el fundamento de algo" (el sentido que nosotros usamos cuando llamamos así a nuestros problemas) como "que es más importante, o más valioso, que todo lo que sigue" (uso popular entre los políticos, cuando hablan de los "objetivos fundamentales" de su programa de gobierno). Suena, por tanto, innecesariamente pretencioso decir que la filosofía se encarga de los "problemas fundamentales", incluso cuando en el primer sentido de "fundamental" esto pudiera ser cierto.

Estas son razones que explican, hasta cierto punto, porqué la gente siente desconfianza de lo que los filósofos tienen para decir de sí mismos: si es una disciplina tan importante como dicen (superioridad), ¿porqué la sociedad los toma tan poco en cuenta? (inferioridad). La respuesta obvia (falsa, por lo demás) es la menos apropiada: porque todos los demás mortales son necios y se han negado a escuchar la voz de la razón, que es la voz de la filosofía y sus voceros (por supuesto), los filósofos.

Pero hay, además, otro fenómeno que es igual de habitual y es necesario considerar. Una vez, hace un par de años ya, un hombre de alta sensibilidad artística y profundo desprecio por las actividades académicas me dijo: "Así que estudias filosofía. Mira tú, ¿y de verdad crees que la filosofía se puede estudiar?" ¡Pero claro que sí, imbécil! ¿No te estoy diciendo que estoy estudiando filosofía? Por supuesto no fue eso lo que le dije en ese momento (no soy así de violento), pero se me pasó por la mente. Nótese cómo la pregunta de él suena perfectamente razonable, hasta profunda, cuando se refiere a la filosofía. Sin embargo, cobra un matiz casi ridículo cuando cambiamos de disciplina: "Así que estudias medicina. Mira tú, ¿y de verdad crees que la medicina se puede estudiar?"

¿Porqué con la filosofía parece sensato creer que no se puede estudiar, pero no con la medicina? La respuesta más sensata es que socialmente existe un criterio para decidir si un médico es buen médico o mal médico, a saber, si salva a sus pacientes o éstos tienen la mala (pésima) costumbre de morirse en el tratamiento. El filósofo no parece contar con esa garantía: la gente ("la gente") no sabe lo que es ser un mal filósofo, razón por la cual parece ser que cada filósofo es igual de bueno o igual de malo que cualquiera. Pero esto es porque la gente no sabe lo que es la filosofía, y por lo tanto no tiene idea de lo que es una buena filosofía o una mala filosofía (en muchos sentidos ser prisionero de un mal pensador es tan nefasto como seguir un mal tratamiento médico; la gente concurre a curanderos y muere, casi con la misma frecuencia como la gente lee a pensadores baratos, les cree, y en consecuencia echa a perder su capacidad crítica y buen juicio). Pero es precisamente porque existe la mala filosofía que la buena filosofía existe, en el mismo sentido que la medicina como disciplina se abrió paso a través de la historia justamente para combatir no sólo a las enfermedades, sino también a los malos tratamientos contra ellas: famosa es la historia de Paracelso, el médico que descubrió que ingerir metales podía tener efectos curativos, pero por las razones incorrectas; heredero de las tradiciones mágicas y astrológicas, el iluminado padre de la medicina moderna abusó en muchos casos de las dosis y mató a más pacientes de los que salvó, pero sentó el precedente de una idea que hoy en día está a la base de la farmacología como la conocemos.

La gente cree que la filosofía son aquellas creencias acerca de la trascendencia, la inmortalidad del alma, el sentido de la vida y la existencia, etc... cuando en realidad la filosofía es la disciplina (y el ejercicio intelectual subyacente) que con mayor propiedad aborda estos problemas y evalúa, critica, compara y repara las posibles respuestas a ellos (¡y a muchos otros!). Por lo tanto, no se es filósofo sólo por tener una opinión (por muy completa que sea) acerca de, por ejemplo, el sentido de la vida; un filósofo es una persona que se ha entrenado en pensar acerca de estos problemas y conoce sus dificultades, sus trampas, y puede reconocer las buenas respuestas de las malas (sí, y lo siento si hiero la sensibilidad de alguien, pero hay respuestas que son malas, y muy malas: aquí no vale para cada uno lo que cada uno piense).
Un perro que se parece a Platón
(en la humilde opinión de su dueño) - Internet

Esta es la confusión que subyace en usos corrientes de la palabra filosofía tales como: "su filosofía de vida es tal-y-tal", o "renunció porque estaba en desacuerdo con la filosofía de su empresa". Por lo general esto cubre cierto tipo de creencias que nosotros investigamos, tales como los compromisos ontológicos (las cosas que hay en el mundo y sus propiedades) o los presupuestos epistemológicos (la disposición al conocimiento y lo que estamos dispuestos a aceptar de él) o las implicancias éticas (las consideraciones en torno al bien, la libertad y la responsabilidad ante los actos) que están a la base ("fundamento" en el buen sentido) de las creencias que cada uno de nosotros tiene (aunque no siempre estemos conscientes de ello). Pero la filosofía no son estas creencias, sino más bien es el ejercicio de pensar (sistemática y rigurosamente) acerca de ellas.

Por supuesto que todos querríamos ser buenos pensando estas cosas, y tener opiniones sofisticadas y elegantes en torno a estos problemas "fundamentales", pero no menos que lo que a mí me gustaría saber de nutrición para comer bien, o de kinesiología para no dañar mi cuerpo con malas posturas, o de economía para que los comerciantes y los banqueros no me hagan leso. Muchas personas no están interesadas en la filosofía, pero muchas otras no están interesadas en la medicina, o en las leyes, o en el fútbol. Estoy casi completamente seguro de que saber de muchos temas nos hace más cultos, y el tener opiniones mesuradas y probadas por una rica experiencia de vida nos hace más sabios, pero no creo que nadie sea más tonto que el resto por no saber algo. Una persona puede ser un verdadero sabio en muchas cosas y no tener la más mínima idea de computación, por ejemplo.

(Próximamente publicaré un artículo completo dedicado a qué es la filosofía y qué es lo que hace un filósofo. Se los prometo)

martes, 9 de febrero de 2016

Efemérides

Hemos bautizado con vuestros nombres, 
Valientes soldados,
Las calles cuyos adoquines
Regásteis con sangre.

Habéis sido el exitoso silencio
De los auténticos protagonistas de nuestra historia.

viernes, 5 de febrero de 2016

Escaleras y Serpientes

Dedicado a Pablo S. MacEvoy

PRIMERA PARTE: LA SERPIENTE

1

Un día voy a olvidar la forma de volver a mi casa, y voy a perderme en la ciudad. Desapareceré, como un fantasma; la gente creerá haberme visto, acaso tomarán fotos, o se contarán leyendas sobre los lugares y las horas a las que se me puede ver. Un día voy a tomar una micro, y el micrero no recordará dónde me dejó, porque yo no estaré. En cualquiera de esas fachadas habré desaparecido, y nadie volverá a saber de mí.
Al final del día las ventanas con luz son mi fascinación y mi tristeza. Las mujeres acostando a sus niños, los hombres mirando la tele, las familias comiendo. Yo soy el fantasma que los espía a través de la transparencia de la celosía, invisible gracias a que afuera está oscuro, hace frío y está vacío, mientras que adentro suele ser todo lo contrario.
Tengo un concierto privado sonándome en los oídos, y mi vista es ciega. Nadie habla, los autos no hacen ruido, todo el espacio está lleno de la música que sólo yo escucho, sólo yo, todo yo, como poseedor único del sentido, como maestro y testigo de lo que realmente ocurre, de la conexión que todas esas cosas tienen entre sí.
No quiero llegar a mi casa, tener que remojar fideos en el agua triste del hervidor eléctrico para no morirme de hambre, prefiero quedarme aquí, donde todo puede pasar, donde las cosas son peligrosas pero hermosas, enamoradizas e indiferentes. Soy un náufrago sentado en una tabla y deseando que nunca aparezca tierra a la vista. En medio del mar todos los continentes son posibles, todas las más increíbles islas, aventuras, ninfas y fantasías. Cuando toco la costa, irremediablemente es un montón de arena gris y áspera, las palmeras están muertas y sólo hay viejos viviendo en chozas sin alegría. ¿Dónde están todos los paraísos terrenales, todas las Circe y las Calipso que esperan a su viajero cansado con una cama, una mesa servida y una sonrisa? Yo soy el náufrago que todas las mañanas se arroja al mar para perderse, y todas las noches vuelve a la misma costa.

2

Cuando son las 23:15 de la noche, un día jueves en que mañana tengo clases, levanto la mano y hago parar una micro. No sé a dónde va, ninguno de los nombres del recorrido me suena. Pero es igual, porque ya he olvidado dónde vivo, ya no sé de quién me trato, sólo conozco el nombre de una persona y el nombre de la canción que estoy escuchando.

...She shuts the doors and lights
And lays her body on the bed
Where images and words are running deep.
She has too much pride to pull the sheets above her head
So quietly she lays and wait for sleep...

Otra vez, la ciudad, lo ajeno, lo que no me pertenece. Me siento atrás, en la última fila, y me escapo por la ventana, sin hacer ruido. La micro está vacía, sólo una muchacha en un asiento frente a mí lee. Pero yo no la miro a ella, miro hacia afuera, hacia las imágenes y las palabras escritas en carteles de neón que forman manchas siderales frente a mis ojos.
Me sorprende la simetría de las cosas, la ridiculez de lo simple, como esas personas que no son más que lo que parecen. ¡Cómo me gustaría ser así de normal! Llevar una sola máscara, el rostro propio, sin preguntas y sin juicios privados, sin armas debajo de la cama, sin dedos incómodos, sin música en los oídos. Los odio porque envidio la forma en que son, la forma en que hablan con los demás, la forma en que tienen amigos, la forma en que dejan todo para el último minuto y todo siempre les sale bien.
Hoy me maravillé con una hilera de hormigas que salía de la tierra y se perdía en las baldosas de la calle. Cada una de esas hormigas tiene apenas la inteligencia suficiente para hacer lo que hacen las demás, sólo dos o tres sencillas tareas, sólo aquella impecable obediencia derivada de la falta de autonomía, del horror a la diferencia, de la ausencia de perspectiva. Ninguna de las hormigas ve la hilera, cada una ve sólo a la hormiga de en frente, sabe que si las demás toman la comida, ella debe tomarla también; si las demás cavan, ella debe cavar, y si las demás caminan fuera de la seguridad del hogar, ella debe seguirlas. La colonia es así el resultado superior derivado de un orden perfecto pero misterioso, desconocido para cada una de las hormigas, que es tan poco en sí misma y tanto en el todo.
Yo soy la hormiga que pisa el zapato, la que se alejó demasiado y no tiene a otras hormigas para seguir, la que se quedó sin colonia y morirá sola, alejada del todo congruente y dador de sentido. Me sorprende la simetría de las cosas, la recursión. Yo, hormiga, gusano, ser humano, estrella, dios. Nada.

3

El espejo es la esencia de la naturaleza, la simetría que nos descubre el orden, el principio generador que construye las cosas grandes a partir de las pequeñas, las cosas de afuera a partir de las de adentro. Aquí, yo, 23:27 de la noche, en un asiento junto a la ventana, veo el reflejo de lo que está adentro como si estuviera afuera, presentado para mí, que soy el punto de referencia de todas las cosas, y veo los asientos vacíos como si flotaran en medio de la confusión del oscuro exterior, y la veo a ella, la mujer que lee concentrada en el asiento del frente.
Ella es la rompiente donde se quiebra la ola, el punto que me informa que la balsa tocará la costa y mis pies pronto se llenarán de arena.
Puede ser mayor o menor que yo, la apariencia en la mujer es su acertijo, su misterio preferido. Me doy cuenta que la miro, pero a través del reflejo, como si lo que me interesara fueran esas palabras luminosas, esos carteles de neón que se encienden y se apagan y me arrojan palabras esotéricas. Ella sólo tiene que levantar la vista y encontrarse con la mía, y sabrá que no miro hacia afuera, que miro hacia adentro en su reflejo, igual como la luna se mira a sí misma en el reflejo del mar y por eso jamás voltea. Pero ella no levantará la vista del libro, porque el libro es su trampa, su suelo fangoso, su pastilla para dormir. Yo, desde la música que escucho, no estoy presente en el mundo que ella visita, esta micro está vacía, sólo somos tristes almas contemplando cuadros en una galería, la mujer del libro que mira sin interés el cuadro del náufrago que escucha la música, y el náufrago que mira el cuadro de la niña que lee, y el conductor de micro que mira el cuadro de sí mismo, conduciendo sin pasajeros por una ciudad vacía.
Ella con su indiferencia y sus ojos que no pueden dejar de leer me han convocado a esta micro, para que me siente aquí y la mire a través del reflejo y me enoje de su otredad tan explícita e insultante. Ella era lo que mi alma necesitaba para dejar de sentirse sola, para dejar de sentirse perdida, necesitaba que un testigo se sentara allí, tan cerca mío, en toda la intimidad de una micro vacía a medianoche, y que aún así ella no me mirara, acaso ni siquiera notara mi presencia. Era la única forma de aislar todas las demás condiciones y demostrarme en toda su simple y desnuda crudeza lo que ya temía: que soy un fantasma, una ilusión de tres o cuatro mentes que creen haber hablado alguna vez conmigo pero que no piensan más en mí.

4

Ella es la serpiente del génesis, pero no hay fruta, yo no merezco la fruta de ningún árbol, todos me han sido prohibidos, pero comer de cualquiera no me hará como dios, sólo me traerá miseria y empequeñecerá, porque habré comido y desobedecido pero la desobediencia no me habrá traído ningún bien, ningún poder oculto.
Ella es el resultado final de la recursión, el orden que se manifiesta en el caos, la imagen que aparece en el cinematógrafo cuando todas las demás imágenes se hacen pequeñas y duran apenas un instante. En el fondo de cinemascopio que mis ojos presencian a través de la ventana se manifiesta la fotografía hermosa y terrible de una mujer sentada en la micro, leyendo sin prestarme atención. Ella es el resultado final de todas las reflexiones, de todas las caminatas nocturnas, de todas las hileras de hormigas y de todas las canciones del mundo.

The secrets of the night
come alive in your eyes
you don't have to hurry
you don't have to try
'cause you don't have a care,
you're walking on air...

De pronto me pregunto si acaso no será que miro al revés, y yo estoy afuera y ella adentro, y el reflejo es la ciudad confusa, que no fija formas frente a mis ojos, y lo que miro a través de la ventana es a ella, la mujer fantasma en la micro fantasma que yo todavía no he tomado. Quizás estoy en el paradero, muriendo de frío, y sueño con ella, la mujer que vi sólo una vez, al pasar la micro, y que leía un libro con indiferencia mientras la llevaban a su destino. Deslizándose ante mí con toda la quietud de quien no tiene nada que temer, con la gracilidad estúpida de un ángel que puede jactarse de caminar por el aire sin ensuciarse los pies. Odio su vanidad, la vanidad con la que se vistió antes de salir de su casa, la vanidad con la que lee sin prestar atención a todas estas cosas que pienso, que ocurren dentro de mi cabeza como si fueran la letra de la canción que escucho.
Los secretos de esta noche cobran vida en sus ojos, esos ojos que no me miran, esos ojos que leen, y ese pelo largo que quiere parecer tan casual pero que está tan lleno de sentido, de intencionalidad, de alevosía y maldad infinitos, ese cabello que ha sido peinado de una forma perfecta y deliberada para hacerme pensar todas estas cosas, y llevarme a soñar una y otra vez con ella, a buscarla en todas las micros que pasan frente al paradero, para volver a verla, para cuestionarme una y otra vez: ¿la habré visto? ¿Habrá ido leyendo? ¿Habrá sido la única en la micro? ¿Porqué no tomé esa micro?
¿Porqué no tomé esa micro?

5

A veces la diversión está en la ignorancia. El ludo no tiene sentido, sólo tiras los dados una y otra vez hasta que sacas todas las fichas y las llevas hacia el centro. Nadie jugaría a arrojar mil veces un dado para ver quien saca el número más alto en la última tirada, pero todos juegan ludo, y están dispuestos a tirar mil veces el dado sólo para que todo dependa de quien tire el número correcto en el final. Pero nadie sabe que el ludo es un juego sin jugadores, todos piensan que juegan porque mueven las piezas y arrojan el dado, pero en realidad nadie está jugando, sólo las leyes implacables de la física están haciendo de las suyas una y otra vez, haciendo que el dado vaya de la mano a la mesa y arrastrando todo en la implacable decisión de un acto tan ciego y a la vez estúpido.
No hay azar para quien conoce todas las condiciones, nada escapa a la casualidad y no hay forma que un dado, al ser arrojado, muestre una cara diferente a la que muestra si todas las mismas condiciones se cumplen, desde su posición cuando fue tomado por la mano hasta su posición cuando dejó de rodar sobre la mesa. Yo soy la mente con todas las causas en este juego, miro y me doy cuenta que avanzo implacablemente por un tablero numerado, ayer tuve diez años y mañana tendré ochenta, quizás antes de los cien me muera, pero en todo el camino no habré tomado una sola decisión original, una sola decisión mía, sólo habrá dados en manos invisibles que me dirán qué hacer, que me guiarán en la dirección correcta, siempre decidida de antemano, siempre necesaria, y yo me engañaré creyendo que lo hago por mí cuando en realidad lo hago por otros, igual como el peón cree que debe morir porque es valiente y patriótico, pero el peón no ve el gambito, el gambito está en la mano que mueve las piezas, en la mano que hará el jaque mate, que no es la mano de ninguna de las piezas, ni siquiera del rey que reina pero no gobierna.
Todas las jugadas han sido determinadas de antemano, como en el juego de solitario que ya está ganado o perdido desde el momento que se termina de barajar las cartas. Todas las hormigas han de morir para perpetuidad de la colonia, pero la colonia no es ninguna de las hormigas, no existe la hormiga arquitecto, ni siquiera la hormiga dios que mire y guarde, igual como nosotros no tenemos un dios antropomórfico lleno de amor y bondad que planifique para nosotros los misterios de la vida, pensando en llevarnos a un clímax fabuloso con el cual dar sentido a nuestra breve y efímera existencia. Hoy vivo y mañana estaré bajo tierra, pero otros nacerán y morirán y la especie, el hombre, la vida, no se detendrá a mirar ni a consolar el duelo de ninguno de sus ejemplares. Soy un segundo en el reloj, un prisionero de mi auténtica verdad, de mi tamaño insignificante, de mi nada vacía de sentido pero tan necesaria como absurda en el todo al que pertenezco.

6

Entonces yo ahora la veo a ella en la ventana (¿es un reflejo o es la realidad, es la vitrina o el espejo de lo que quiero encontrar, esa vieja ventana de micro?) y por un momento se me olvida todo y todo vuelve a tener sentido; la ignorancia me alegra porque me deja soñar de nuevo, pienso en las posibilidades, esos caminos abiertos, esas islas que están ocultas detrás del horizonte y que deseo porque son inalcanzables. Y me doy cuenta que yo podría amarla a ella, dar todo por ella, que podría ir y abrazarla y jamás dejarla ir de mi lado. Y me doy cuenta que la quiero, que la necesito, y que cuando la bese se habrá terminado la fantasía y la ignorancia me lo habrá devuelto todo, y volveré a ser una persona normal, y la llevaré de la mano para presentarla ante mis amigos y ante mi familia, para que me feliciten y sientan envidia.
Luego podremos contar que nos conocimos así, que yo me quité los audífonos y me acerqué a ella, y le cerré el libro y la besé, y ella nunca quiso dejarme ir. Y que la llevé a su puerta y ella me despidió con una sonrisa, y yo volví ante esa puerta todos los días por el resto de mi vida.
A ella le gustaría estar conmigo, porque ella no es como cualquier mujer, ella no va hablando por teléfono o escuchando música, ella va leyendo en la micro cuando ya son pasadas las doce de la noche, y va tranquila, porque sabe que no tiene nada que temer, porque ella ha visto todas las variables, ella conoce el final de todos los caminos, es el principio y el fin de la vida, la existencia y el amor, y sabe que esta noche nada malo puede pasarle, porque me encontrará a mí y seremos uno para siempre.
Su visión me desespera, me llena de gozo, pero por fuera sigo quieto, no he movido un músculo, estoy muerto, he muerto por los ojos mientras la miraba y caí fulminado cuando me di cuenta que la veía y que la amaba, que la amaba con locura.

7

Ella, la serpiente del génesis, me traerá de vuelta al punto en que dejé mi vida, y comenzará de nuevo conmigo, para volver a significar todas esas caminatas tristes, para darle un sentido a todas esas sopas instantáneas y esos fideos remojados en agua del hervidor eléctrico que tanto detesto. Ella servirá dos platos para demostrarme que la belleza está en la simetría, que la recursión puede salvarme si somos dos, si sumamos uno, si nos volvemos locos juntos.
Ella no tendrá miedo de acompañarme, de quedarse a solas conmigo en mi habitación, cuando coloque música y mire el techo para sólo respirarla, para sólo sentirla cerca en el peso de su cuerpo sobre la cama.

...I'm caught in the symmetry of your mind
But i'm not happier than you...

Ella lo será todo en mi mente, en mi vida, ella llenará los espacios vacíos, será el tapujo de los agujeros por los que entran los ratones y los murciélagos, y yo volveré a sentirme seguro dentro de mí mismo. Ella me leerá los pasajes que le gusten del libro, me hará observaciones referentes a esos personajes que la fascinan, que le recuerdan un poco a mí, que me son tan distintos y despreciables, pero a la vez dignos de su comprensión. Porque así es ella, ella es comprensiva porque ella lo es todo, porque nadie es realmente culpable para aquella que conoce todas las razones, todos los motivos y todas las pasiones. Yo seré su personaje favorito porque seré el personaje de su vida, seré su imaginación y su criatura, seré su hijo, su padre, su caballo y su dios, su salvador, porque yo habré llegado a su vida, así, de forma tan maravillosa, tan romántica, en una micro, después de la media noche, para abrazarla y nunca dejarla ir. Yo seré su mundo, porque ella ya es el mío, porque yo me he dado cuenta que todo tenía que pasar para que este momento se realizara. Todas las ventanas, todas las familias cenando, todas las madres acostando a sus hijos, todos los hombres viendo televisión, todas las caminatas, todos los carteles de neón, todas las canciones, todas las mujeres que me han rechazado, todos los amigos que nunca más me llamaron, cobraron sentido en este momento, en esta hora fortuita en que yo me siento en la parte de atrás de la micro y la miro, y la veo como si estuviera yo en el paradero y ella se alejara, y me doy cuenta que ella es la razón suficiente para que todo exista, desde las hormigas hasta la última galaxia del universo.

...did I really see you
or was it a dream?
Dreaming that it was seamless
Not a trace of wrong...

8

Yo caminaré con ella por todos los parques que pueden ser caminados, y la besaré bajo todos los árboles, bajo todos los faroles. Nos sentaremos en todos los columpios, y la llevaré a ver todas las películas en todas las salas de cine, en todas las butacas. Cada porción del espacio en que coexistimos tendrá nuestra firma, será testigo de nuestro amor, y todas las personas tendrán la impresión de habernos visto, se contarán leyendas acerca de nosotros, acaso tomarán fotos porque les conmoverá nuestra felicidad, y querrán saber el lugar y la hora en la que nos aparecemos, juntos, tomados de la mano, sabiendo que en alguna fachada nos espera una mesa y detrás de una cortina de celosía una cama que compartiremos.
Ella será la sal con que aliñaré cada plato, la máscara con la cual me verán todos los ojos, la voz que me oirán todos los oídos. Cuando ella y yo pasemos el aire se hará más limpio y los colores brillarán más, las cosas tendrán nuevas apariencias, las personas pondrán más cuidado en lo que estarán haciendo y los niños dejarán de llorar. Porque ella lo llena todo con su presencia, ella completa todas las palabras de todos los crucigramas, ella agota todos los movimientos de todos los juegos de ajedrez de todos los tableros de todas las piezas del mundo.
Y si ella tira todos lo dados, si ella mueve todas las piezas, si ella da todas las órdenes, si ella hace florecer todas las flores y caducar todos los árboles de todos los otoños del mundo, ¿qué hace sentada en una micro, en una calle, en una ciudad, en una hora 01:05 de una madrugada en la cual sólo hay un mortal, un conductor de micro, y un fantasma al cual ignora mientras la admira? ¿Por qué se hace carne, por qué camina entre nosotros, por qué me viene a buscar, si ella es todo y yo soy nada? ¿Por qué el espacio cartesiano se dobla sobre sí mismo para abrazar al punto donde se cruzan los ejes, si él no es la gloriosa circunferencia sino sólo el ridículo centro del círculo?
¿Por qué viene a sentarse en el silencio de la vitrina que miro más allá de la música que escucho, si va a quedarse sentada leyendo sin hacer nada, hasta que termine el viaje y ella se baje y yo me quede solo, y todo vuelva a ser igual de absurdo y vacío que siempre?
¿Por qué me deja tomar a mi la iniciativa, si sabe que no hay iniciativa, que toda decisión es ilusión y que sólo los dados rigen todos los movimientos, y ella tiene el cubilete que los contiene todos, los míos, los suyos y los del conductor?
Porque sabe que no lo haré. Porque sabe que el viaje terminará y no habrá pasado nada, y yo no la amaré, y yo no me quitaré el audífono, y ella no cerrará el libro, y no habrá beso ni abrazo ni vida juntos, ni cuerpo mirando conmigo el techo mientras escuchamos música.

SEGUNDA PARTE: LA ESCALERA

9

Se abre una puerta y entra otra persona. Otros ojos recorren los asientos, buscan los que nos rodean, es grande y robusto y parece cansado. Yo no lo miro, apenas veo su silueta, la pequeña silueta de un hombre que camina entre palabras en italiano y nombres de bestias mesopotámicas. Se sienta en la hilera junto a ella, a la misma que miro yo, pero él no la mira a través del espejo, él rompe la regla, la mira sin simetría, la ve completa, sin la semitransparencia que la hace ver como un ángel, él la mira como a una mujer, como a una persona que viaja en una micro vacía a las una y tantas de la mañana y ha tenido el descuido de arreglarse el cabello de esa forma tan llena de sentido, y de tener siempre la mirada abajo, en el libro, y las manos quietas frente a ella.
Yo, su guardián en el centeno de la nada, no muevo un músculo, sólo observo, estoy solo en la única butaca vendida de la noche, presenciando una película que quizás nunca vuelvan a pasar.
Este intruso, este ladrón, este invasor ruidoso, ha llegado en medio de la meditación para sacarme de ella, para romper con la armonía de nuestro diálogo silencioso, para hacer que todo vuelva a sentirse tan real, tan material, tan tangible, tan oscuro. Yo sólo puedo seguirles la pista entre las sombras, a través del espejo que ya no es una ventana ni una vitrina fantástica, sólo es la asquerosa ventana de una micro asquerosa, que está a punto de presenciar algo asqueroso.
Y yo soy parte de ella, soy parte de las mismas latas, de los mismos asientos y las mismas barandas, porque yo también voy a presenciar algo asqueroso y no voy a hacer nada.

10

¿Porqué llegó él a romper nuestro círculo, porqué se sentó en el lugar que habíamos reservado para nuestros pensamientos, para nuestras ideas mágicas, para nuestras reflexiones de ángeles, amores y suertes? ¿Porqué decidió tomar una micro en un paradero en una hora que no podía sino ser la hora en que esta micro pasaría por aquel paradero, y sentarse entre nosotros, y romper todo lo que me ha devuelto la vida? ¿Porqué ha sido él el elegido para recordarme que no soy más que un fantasma, una ridícula ilusión de la ridícula realidad a la que no pertenezco?
Pero él no ha decidido nada, porque ninguna decisión nos pertenece. Sólo a ella, ella que arroja todos los cubiletes y conoce el final de todos los caminos, todas las decisiones le pertenecen. Pero si él no fue elegido sino que ella lo eligió, si ella lo hizo tomar esta micro, en esta hora, en aquel paradero, ¿qué espera encontrar? ¿Qué rol cumpliré yo en su juego de dados, en su juego de ludo, en su juego de escaleras y serpientes?
Él sonríe y la sigue mirando. Y yo los miro a ambos. Un triángulo perfecto donde sólo dos personas se miran pero ninguno entre sí.

...He has his contradicting views
She has her cyclothymic moods
They make a study in despair...
Three of a perfect pair...

11

Yo, el semidiós que sería con ella, soy ahora la vulgar serpiente del génesis, que será pisada en la cabeza por una Eva gloriosa que pronto encontrará, sin proponérselo, al Adán ficticio, al asaltante de los paraísos que ha venido a robarla de nuestro improvisado Edén.
Él no va leyendo, no va escuchando música, él sólo la mira y sonríe, y toda su atención está afuera, en la otredad, en lo frío, en la micro vacía, en las calles que ya me son ajenas, en los carteles de neón que no son nada, que no dicen palabras, que sólo agregan confusión.
De pronto, sin que lo yo lo solicitara, sin que me dejara predecir su movimiento, encuentra mis ojos en el reflejo de la ventana y me mira. Me llama con esos ojos solícitos, me increpa con una violenta perforación en mi atención a que gire la cabeza, dentro de la micro, y lo mire. Si lo hago, si giro la cabeza, si lo veo a los ojos sin el juego de la simetría, yo estaré definitivamente adentro, él estará también y entre nosotros el abismo serán apenas unos cuantos puñados de aire. Si lo hago yo no estaré en el paradero, yo estaré aquí, la fantasía y la realidad se fundirán y él será el guionista, no yo, y él seguirá adelante en la redacción de la narrativa.
Pero ¿cómo consiguió ver mis ojos, cómo pudo encontrarme si yo soy el fantasma, el invisible, el que no existe, y cómo pudo adivinar mis pensamientos, mis ilusiones, mis sueños? Con su brujería me ha capturado, al prestarme atención me ha vuelto su cómplice, su marioneta, y ahora yo debo obedecerlo, complacer su imperativa instrucción, porque él es el titán, el destructor de mundos, el gigante de escarcha, y yo soy el gusano, la hormiga que rompió filas y está esperando ser aplastada por el zapato.
Giro la cabeza y lo miro. Sus ojos me esperaban. Dentro de mí sigue la música, pero ella ya no es necesaria, no es importante. No conozco el nombre de la canción, no recuerdo más nombres, no tengo idea del mío, sólo tengo ojos, todo mi ser está afuera, en lo que no es, en lo que nunca me ha pertenecido y ahora me han arrebatado. Él me sonríe, y mueve la cabeza.
Un gesto, una palabra sin sílabas, un mensaje cifrado para nosotros dos, en un juego que aprendí a jugar porque tomó posesión de mí, porque se hizo dueño del espacio que yo habitaba. Una instrucción, solícita, que lo dice todo, que marca la diferencia, que precipita el final de las cosas, que hace inevitable lo que ya he visto, lo que con horror he adivinado. Ha levantado las cejas. No es una pregunta. Es una orden. Y yo estoy condenado a obedecerlo.
Me ha dicho que me baje.

12

He aquí que yo estoy frente a una escena que me es completamente ajena, demasiado cerca del borde donde termina mi mente pero sin cruzarlo, y miro más allá del minarete hacia las almenas de los mundos ajenos, donde un hombre solitario y una mujer solitaria esperan a que yo haya desaparecido para protagonizar la triste escena que he adivinado. Colgarán los puentes entre una torre y otra, como Oliveira en la tarde que quería enderezar los clavos, y un visitante romperá la otredad y lo confundirá todo, maldito destructor de mundos, maldito irruptor, que hará que sujeto y objeto se fundan en una cosa desagradable.
Y yo me pregunto, ¿por qué esa necesidad de no dejarme arrancar de allí? ¿Por qué quiero quedarme, no detenerlo, sino sólo mirar, sólo seguir siendo testigo de una escena patética y triste, pero no irme, no dejarle nada a mi imaginación ni a mi culpa? Yo he inventado todo, toda esta escena es obra mía, obra de mi pesadilla y mi falta de sueño, es la ilusión que he creado en mí cuando pasó la micro con la niña que lee un libro, y me he arrepentido de no haberla tomado. Esta es mi excusa, mi justificación, he estirado el argumento para convencerme de que fue lo mejor, de que quizás no debía tomar esa micro, de que tal vez ella era la mujer que tanto he esperado, pero no es todavía la hora de encontrarla. Después de todo, yo no soy un héroe, yo no liberaré a la doncella, yo no mataré al dragón, yo no subiré por la escalera hasta su torre. Yo soy el dragón que roe las raíces de los árboles para espantar sus malos recuerdos.
¿Qué debo hacer ahora? Moverme, pedir la bajada, esperar a que las puertas se abran y dejarlos a ellos solos, permitir que el acto del génesis llegue a un final triste, sin dios y sin manzana y sin serpiente, y un Adán haciendo llorar a Eva? ¿Moverme y ponerme frente a él, y repetirle su instrucción, poner a la simetría de mi lado y hacer que ella por fin me mire, me mire y me sonría, y me deje llevarla hasta su puerta? No, yo no haré eso, porque ella ya tiró los dados y ya sabe lo que yo haré, y sabe que no haré eso.

13

Al final, todo estaba en la simetría. Tomar la micro o no tomarla, sentarme o no sentarme, quitarme o no quitarme el audífono, hablarle o no hablarle. Si no me hubiera quitado el audífono alguien podría haber subido a la micro, alguien podría haberse sentado junto a ella y haberme solicitado que me bajara para dejarle hacer lo que quisiera. Si yo me hubiera bajado allí, en cualquier lugar, la oscuridad me hubiera tragado para siempre, yo hubiera desaparecido entre mis imaginaciones y no habría vuelto a mi casa, a mi hervidor eléctrico y a las clases que tengo mañana. Y la especie, y las hormigas, y el universo y todos los tableros de ajedrez, y todos los dados y todos los juegos de ludo habrían quedado ensuciados por mi conciencia que los piensa, que piensa demasiado pero que no actúa.
Yo, para siempre imposible de actualizar, inconstante entre el ser y el no ser, pasando siempre de las imágenes a las palabras, de las palabras a los gestos, de las caretas a los símbolos, siempre tan invisible e intrascendente, siempre enamorado de una mujer que es todas las mujeres, siempre anhelando todas las costas y sin decidirme por remar hacia ninguna.
Por eso no me bajé de la micro, porque nunca me subí, nunca me senté, nunca me sentí deprimido por no poder sacarme el audífono. Él tampoco se subió en esa micro vacía, porque el conductor no quiso detenerse, porque no llevaba pasajeros. Ella no llegó temprano a su casa, llegó a la mía, porque la vi dentro de la micro, leyendo, pero ella no estaba dentro, estaba afuera, al lado mío, sentada en el paradero, completando la simetría que nos había hecho perfectos, uno y el otro, en la parte de atrás de la micro, ella leyendo y yo escuchando música.
Sus ojos encontraron los míos, pero en otro lugar, de otra manera. Una manera diferente. Ella no era la serpiente, ella era sólo una mujer que cree que todo lo que brilla es oro, y busca una escalera al cielo.
Yo no soy el gusano, ni la hormiga, ni el dios ni el universo. Yo sólo estoy en el lugar correcto, en la hora correcta, porque todos los dados han rodado en la dirección en la que yo soy y estoy sólo para darle sentido a ella y a lo que estuvo a punto de pasar, y no pasó. Porque pasó la micro y ella no la hizo parar, no por estar leyendo, sino por estar hablando conmigo. Yo, el impertinente fantasma que por capricho y rebelde y deliberada osadía se quitó el audífono y le habló para salvarle la vida.
Yo soy la escalera.

Intimidad

Somos ese silencio
Que no nos pertenece.

Inmortalidad

El tiempo es el río 
Que no besa tu orilla.

Resignación

Somos los epitafios de piedra
Sobre nuestras propias tumbas;

Viajamos por una vida breve
Y descansamos para siempre.

Desconcierto

Somos mirones imprudentes
En el caluroso abrazo de la muerte.

Donde descansan los trenes

Tus paredes son de silencio
Y sólo tu vejez es para siempre

Esperanza

Tu arte toca el suelo,
El mío busca las estrellas.
Si los dos tenemos razón 
Al final nos encontraremos.

Profecía

La cabra bajó del monte
Y baló a los animales:

"¡Les traigo el superhombre!"

Y en un abrir y cerrar de ojos
La vaca multicolor
Llenó de colores el supermercado.

Inoportuno

El muerto abrió la tumba y preguntó hacia afuera:
"¿Alguien vive?"
Nosotros, desconcertados,
Nos hicimos los dormidos.

Manifestación

Si del huevo asoma primero la cabeza
Será gallina;
Pero si saca primero las alas
Será bendecida para volar por siempre.

Uroboro

La serpiente se ha tragado a sí misma.
Ahora ella está fuera de su garganta
Y todos nosotros dentro.

16

El sol calienta
La goma de mascar
Pegada al suelo

15

Sombra en el charco
Entre luz reflejada
Baila sin rostro

14

Luz extraviada
Hace brillar el pan
Recién horneado

13

Me echa de menos
Con cada silencio
Que a él le incomoda

12

Desconcertada
Descubre que otros labios
La están besando

ROTA

La vida no termina en la muerte
Porque la vida nunca termina
Y la muerte, en un sentido absoluto,
Nunca ocurre:

El trece no tiene nombre
Pero ningún arcano es la vida:

En cierta forma
Toda la baraja lo es.

11

El cero baja
Hacia el amor del uno
Buscando al cuatro

10

La vida es breve
Y el dolor implacable:
Nada es eterno.

Contrapoema

El gato persigue a la breva,
La levadura se calla de golpe;
Nada viene al caso
Cuando todo está permitido.

9

Los rieles mueren
Tocados por la gracia
Muda del agua

8

El as de bastos
Crece lleno de espinas
En tu esqueleto

7

Las almas bailan
Entre piedra y acero
Sin que las vean

6

Fantasmagóricos
Nacerán nuevos trenes
De tus entrañas

5

El sol se esfuma
En una noche bruja
Como acto mágico

4

En el crepúsculo
Los fantasmas aúllan 
Por tu partida

3

El tren se funde
En un agua oxidada
Llamada olvido

2

La tarde llora,
Los árboles se embriagan
Y el pasto canta

1

El cielo brilla:
El tren es el testigo
De nuestra ruina.